lunes, 3 de agosto de 2009

CINCO MOMENTOS


Música. Eterna presencia en mi vida a través de discos en larga duración y singles. Aquí y ahora cinco de los muchos momentos en los que ha tomado la parte protagonista de mi, digamos, biografía.

R.Dean Taylor - There´s a ghost in my house

Entramos en el Louie Louie. En plural. Hemos cenado unos tomates verdes fritos, con la obligatoria margarita acompañando y un ron aderezando el postre.

En la cabina se alternan dos jóvenes militantes del underground. Desconocidos asíduos de nitters y guateques. Uno de ellos trata de agitar los cuerpos con rock´n´roll. El otro lo intenta con soul. Me quedo con el segundo.

Me rio mucho; nos reímos mucho. Cada vez que doy un trago me da una arcada. Es lo que tiene la bebida en el Louie Louie, que provoca arcadas. Deslizo mis pies al ritmo de los uptempo que suenan por los maltrechos altavoces.

Es un día extraño. Apenas hay gente. Estamos sólos en ese espacio que sirve de pista de baile. Me acerco a la cabina y pido una canción: a los tres minutos comienza a sonar. Es el delirio. Derramamos nuestra bebida en el suelo. "Derramar" no es la palabra más adecuada. Usamos el whiskey a modo de polvos de talco.

De ahí y hasta el final de la sesión cada corte se convierte en el concurso de baile más freak y divertido que jamás ha existido. Más whiskey al suelo. Más risa. Soy feliz. Nos abrazamos.

Laurel Aitken - Mr. Soul


Estoy en la cabina del Moloko pinchando reggae en una de esas divertidas sesiones con Javi y Santi. El colectivo del minino negro.

Está lleno. Éxito. Ciertamente no es lo habitual en nuestras sesiones. El reggae y el soul espantan al personal. Quizá hay más gente incluso que la noche en Rubí; hay que disfrutarlo.

Veo entrar a un tipo viejo negro. Es Laurel Aitken. Estará grabando algo para Liquidator. Entonces echo la mano al primer single que veo suyo, lo preparo y bajo la aguja. Laurel se acerca a la cabina y me dice que esa canción es suya. Le digo que me encanta la label Nu Beat y que he seleccionado el tema de forma esporádica al verle. Doy un trago a la cerveza, preparo la siguiente canción y la lanzo.

Le pido al camarero un bolígrafo y acerco el single a Laurel para que me estampe su firma en la galleta. Al devolvérmelo me susurra algo que no logro entender. Guardo el single en la maleta. Adoro el skinhead reggae.

Morrissey - Panic


Estamos nerviosos. Ahora también es en plural. El año pasado se había caído del cartel por alguna espantada de las suyas, pero ahora estaba todo preparado. Hay cantidad de gente a mi alrededor pero ni asomo de agobio alguno. Me encuentro en un extraño estado combinación de ansiedad, nerviosismo, euforia y felicidad.

Sale con unos pantalones negros y una camisa amarilla y sin decir nada suenan los primeros acordes. Inconfundible: "Panic on the streets of London, panic on the streets of Birmingham...".

Como por acto reflejo me abrazo a mis dos amigos, sonrío y siento un escalofrío por todo mi cuerpo. Éxtasis.

Calum Bryce - Love Maker

Me quiero comer el mundo. Planta baja de La Vía Láctea; al fondo, donde siempre. Botas burdeos con cordones amarillos, vaqueros con el bajo cosido, camisa de cuadros y tirantes blancos con raya azul y raya granate.

Me muevo timidamente. Suenan canciones repletas de filtros, reverberaciones y efectos primitivos. Melodías de colores. Tienen que pasar todavía varios años hasta que empiece a sentir fiebre por la psicodélia.

Navego en un mar de humo; observo cuerpos imposibles, latigazos de cadera, sudores musicales y largos pelos lisos que me dejan hipnotizado. Se encadenan las canciones. Una bateria, sólo la caja y los platos, luego el bombo y al poco entra el bajo. Una flauta travesera eleva la canción y aparecen el resto de metales. Luego la voz, sin entorpecer el discurrir de la línea principal, casi como artista invitada. Redoble con las cajas, guitarras secas, la flauta repite esa bella estrofa.

Corro hacia la cabina y pregunto a gritos el título e intérprete de la canción que me está volviendo loco. No oigo nada de lo que me dice el pincha asi que insisto. Sigo sin enterarme. Me voy resignado junto al resto del grupo. Me quedo sin hablar, pensando en ese placer secreto.

Quito el plástico del volúmen 18 de "Rubble". Me lo he comprado en Melocotón. Lo pongo en el plato derecho y subo el fader de la salida principal de la mesa. Escucho las canciones desde mi cuarto, con la atención e intranquilidad que siempre me provoca un disco recién comprado. Cara "A". Desgrano dos canciones y entra el tercer corte.

Una bateria, sólo la caja y los platos, luego el bombo y al poco entra el bajo. Una flauta travesera eleva la canción y aparecen el resto de metales...Diez años después, se me vuelve a acelerar el corazón. Corro, pero ahora hacia los platos de la libreria. Sonrío. Cojo la carpeta y miro la canción y el intérprete que aquella noche, cuando me quería comer el mundo, no pude entender.

Bill Deal and The Rondells - May I

Me bajo en Tribunal. He salido del trabajo hace apenas cuarenta y cinco minutos. Voy directo a Ziggy. Ahora es mucho más pequeña. Se acabó la época dorada: "porfavor, sacame las cajas de soul". Podías encontrar Al Wilson, Intruders, Stylistics...

Otra vez a mancharse las manos. Eterna ceremónia. Miro en las cubetas "SOUL", "60's" y "PUNK".

Voy sacando los que me interesan para poder hacer después un segundo filtro. Termino eligiendo dos clásicos: "Vintage Rock" de Bill Deal y "Scorpio´s Dance" de Shocking Blue.

En casa saco del encarte el "Scorpio´s Dance" y comienza a sonar I´ve been hurt. Me he equivocado. Miro la galleta: "Vintage Rock"; no, no, pero si ahí sigue el disco dentro de la bolsa. Joder, es la edición española. Polydor, 1969. Vale, asi que estaba en la carpeta errónea y me he traido a casa el mismo disco, en su edición española y en su edición original (Heritage, USA, 1969). Me quedo con el prensado original y descambio la otra copia.